Un grito ahogado. Un espasmo. Sus
labios rozando mi cuello mientras se acercan a mi boca. Mi cabeza girando. Un
orgasmo.
Me levanté.
-Tienes que irte – le dije, aventando la ropa sobre su cuerpo sudado que permanecía aún sobre la cama.
Un libro abierto sobre el sofá.
El tocadiscos girando sin emitir sonido alguno.
Encendí un cigarrillo y abrí la ventana, una corriente húmeda y caliente invadió la pieza.
Encendí un cigarrillo y abrí la ventana, una corriente húmeda y caliente invadió la pieza.
-Hoy pasaré por los bares junto
al Sena, estaremos jugando baraja y tomando cerveza. Tal…
Un suspiro que interrumpió.
Apagué el cigarrillo contra el
cristal parecido a un vidrio de reloj hasta consumirlo. Suspiré una vez más y
le dije:
-Vístete ya que el piso huele a
sexo y la casera se dará cuenta.
Un gruñido de desaprobación, tal
vez decepción.
-Vete de una buena vez. Las
cordialidades están de sobra conmigo. Anda, vete ya.
La puerta azotó.
¿Cuántas veces tendría que
cambiar de amante?
No hay comentarios:
Publicar un comentario