domingo, 27 de abril de 2014

Té de dolor

Té de dolor

El té como el dolor. Si se deja dentro del agua mucho tiempo, amarga. El sabor deja de ser placentero y se torna imbebible. Se deja de disfrutar cada trago y más allá de relajar y hacer sentir bien, es difícil tomarlo. Sosteniendo esto, las instrucciones para sanar el dolor serían simples también:
De tres a cinco minutos se llora. Se llora con todas las fuerzas posibles (en caso de ser necesario, consultando las instrucciones de Julio Cortázar). Dejar brotar sin escrúpulos la esencia del dolor. Convertir el vacío y la ansiedad en una infusión pura y a veces turbia puesto que está llena de sentimientos encontrados. Encontrado el tono deseado, se secan las lágrimas como se escurren las hojas, la pequeña bolsa o el filtro infusor. Se retiran lentamente y se depositan en un contenedor de desechos. El resto, se guarda en el corazón o en la memoria, un contenedor del pasado. A continuación, se bebe lentamente. Trago a trago se borra y disipa la incomodidad, la impaciencia y el cuerpo se relaja. Cuando enfría, el dolor ya no es más que un sabor en la boca, un sabor que con el tiempo desaparece.

Nota: Saber que se volverá a beber. 


Ya no lloro

Ya no lloro porque ya no duela.
Hoy duele menos.
Ya no lloro porque cada lágrima me aleja de ti. Las lágrimas se llevan tu recuerdo. Lo limpian y disipan.
Es cierto que hoy ya no es tan clara tu cara si no la veo en fotos, tu voz es solamente eco en mi memoria y tu nombre es sustantivo.
Hoy es de esos días en donde me despierto y olvido por completo que ya no estás. Que dejaste de estar y que ya no eres. Olvido por completo que un día estuviste hablando conmigo como intento yo ahora.
Hoy fue de esos días donde sin quererlo apareciste de nuevo. Hablé de ti y hablé de la muerte. Hablé de la impotencia de no encontrar respuestas y de la injusticia que sentimos los que nos quedamos aquí.
Ya no lloro porque sé que recordarte es la única forma que me dejará sentirte un poquito más. Ya no lloro porque a veces, siento que no debería hacerlo. Ya no lloro porque sé que lo que nos dejó tu partida es más que solo un terrible vacío.
Ya no lloro porque extrañarte se ha vuelto rutina. Odio la rutina.
Hoy es otro día en donde faltas. Donde recordarte me trajo un alivio y me ayudaste incluso a tomar una decisión. Hoy me hubiera gustado contarte.
Ya no lloro porque me río. Aprendí a reírme de nuevo, aprendí a reírme porque dicen que la cura del duelo es la risa. Tenían razón. Te evoco en muchas de mis carcajadas y de mis ideas no te escapas.
Ya no lloro porque ya no duela.




abril 2014

sábado, 26 de abril de 2014

Un grito ahogado.


Un grito ahogado. Un espasmo. Sus labios rozando mi cuello mientras se acercan a mi boca. Mi cabeza girando. Un orgasmo.

Me levanté.
-Tienes que irte – le dije, aventando la ropa sobre su cuerpo sudado que permanecía aún sobre la cama. 

Un libro abierto sobre el sofá. El tocadiscos girando sin emitir sonido alguno.
Encendí un cigarrillo y abrí la ventana, una corriente húmeda y caliente invadió la pieza.

-Hoy pasaré por los bares junto al Sena, estaremos jugando baraja y tomando cerveza. Tal…
Un suspiro que interrumpió.

Apagué el cigarrillo contra el cristal parecido a un vidrio de reloj hasta consumirlo. Suspiré una vez más y le dije:
-Vístete ya que el piso huele a sexo y la casera se dará cuenta.

Un gruñido de desaprobación, tal vez decepción.

-Vete de una buena vez. Las cordialidades están de sobra conmigo. Anda, vete ya.

La puerta azotó.

¿Cuántas veces tendría que cambiar de amante?


I’ve loved another day.

Once, I fell for a poet. The second time around,  he taught me to write things down, no matter how they sound.   I learned to say things lik...