─ Alguna vez, en algún lugar,
alguien me dijo que nuestras lágrimas están contadas. Que tenemos un número perfectamete calculadas de ellas; de ser ese el caso, podría decirte con seguridad que me
las he acabado. Ya no preguntes más si ya sabes que es por amor.
─ ¿Amor?─ contestó con un tono casi condescendiente ─ ¿De
verdad crees que eso fue amor?
─No lo creo. Lo sé. ─continué─ Esas cosas se saben y
ya. El amor no se piensa ni se elige. Llega y se va con la misma facilidad, no
quieras discutir.
─De haber sido amor no estarías aquí teniendo esta
conversación conmigo y eso sí que lo sabes.
Aquella risita burlona me pareció demasiado familiar.
Me acomodé en la silla cruzando los brazos y me limité a mirarla fijamente.
Ella me imitó, me miró y se dejó caer en el respaldo de la silla. Esos ojos me
retaban. Me hizo enojar por lo que le dije:
─ ¿Sabes? Tal vez ese sea tu problema: eres demasiado
cínica. Por eso no sabes lo que es querer de verdad. El amor te quema y te
duele. Por eso lloras.
─ ¿Y qué, también te dijeron que las lágrimas limpian
y se llevan todo al olvido?
─Sí. Pero del olvido nadie regresa, por eso no le
lloras a alguien.
─Déjame entender, lloras por el amor pero… ¿no lloras
por tu amor?
─Exactamente─ contesté con seguridad─ lloras por lo
que es, lo que fue o lo que no será. Nunca le concedes ni dedicas tus lágrimas
a alguien, se perdería entre los recuerdos. Y si se pierde, entonces no es
amor.
Sonreí sintiéndome triunfante. ¿Qué podría decirme
ella sobre lo que es o no el amor? Se ríe porque no sabe de lo que habla, no lo
conoció. No lo escuchó ni lo sintió.
─ ¿Entonces, si dices que fue amor, qué haces aquí
diciéndome que te has acabado las lágrimas?
─Lloré hasta acabarme mis lágrimas porque… ─ mi
garganta se anudó cortándome la voz─ porque… aunque no estás tú para saberlo ni yo para
decírtelo y sólo porque estás haciéndome enojar, te lo voy a decir. A ver si
así ya te vas y me dejas en paz. ─Me acabé mis lágrimas porque quise llorarle a
eso que no ha lamentado. Le lloré a un pasado que no era mío. Quería salvarlo
de ahogarse en su propio mar de lágrimas no usado.
─Tan típico, el acto heroico que es más bien estúpido.
─ ¡Carajo! ¡Ya déjame en paz! ¡Vete!
─ No lo haré hasta que entiendas que si te acabaste
tus lágrimas fue por estúpida.
─ ¡No, no y no!
─ Deja de engañarte. Te acabaste las lágrimas
queriendo olvidar. Querías olvidar a alguien tan egoísta que el único amor que
es capaz de sentir es el propio. Acuérdate, el amor no se cambia como la ropa
interior. El sexo tal vez sí, pero ¿el amor...? No. Deja de engañarte. Tal vez es
cierto que va y viene tan rápido que no logras percibirlo hasta que éste ya ha
pasado pero no lo puedes reemplazar tan fácil.
Mi cabeza estaba a punto de explotar de rabia. Quería gritarle
lo mucho que la odiaba, la razón la tenía yo. Tal vez no fue correspondido, en
eso estaba en lo cierto pero eso qué tenía que ver. Ella no sabía nada. No… De
repente, la puerta se abrió e iluminó con fuerza la blancura total del cuarto. Sentí
un tirón en los hombros que me devolvió a la silla.
─ ¡Querida, querida! Aléjate de ahí antes de que te
hagas daño, tienes una visita muy especial y no creo que quieras que vea que tendremos
que sacar la luna del cuarto.
FIN