martes, 7 de enero de 2025

I’ve loved another day.


Once, I fell for a poet.

The second time around, 

he taught me to write things down,

no matter how they sound.  


I learned to say things like: 

I lost my heart away to another glance.

It was black, white and grey. 

Just like William Blake’s. 


To the cowboy that lassoed 

My orgasms away 

One 

     By[e] One. 


To think I stole them back. 

Framed them by the wall, 

to wait around and see 

who’ll round them off. 


The crystal of his lens, 

the glass, for days. 

Birds, just chirp secrets 

and his lies away. 


Tongue tied tight.

Twisters trying enunciation

just to end up finding,

the entitlement to end it. 


Did he know? 

Was he aware?

I just took his words to try and say: 

I’ve loved another day. 

sábado, 7 de octubre de 2023

Cuentista o cuentacuentos

—No hay mejor lugar que un cuento para aprisionar la sensibilidad— contestó Mary P. Thomas.

Acercó el cigarro al borde de su boca, me miró, siguió con la libreta de notas en mis manos y aspiró con fuerza. Después, lentamente y tomándose su tiempo, dejó salir el humo.

Se acomodó sobre su silla, pero en enseguida, como si lo hubiera olvidado, se acercó a la mesita en el centro de la sala para tomar su celular. Vio de reojo la hora y al ponerlo de nuevo, hizo ese rápido movimiento que te permite confirmar si ha o no llegado esa tan añorada notificación.

Mi atención se dirigió hacia las notas que había preparado que estaban ahora todas sobrescritas por las respuestas. Sonreí para mí pensando en que, precisamente, para este tipo de momentos están diseñadas las hojas con líneas. Las libretas rayadas aparentan completa funcionalidad. Por un momento, casi me lamento el dejarme llevar por esas ideas que insisten que cualquier persona cuya pretensión de escribir es seria, no sólo tiene que, pero debe de utilizar hojas completamente en blanco ya que, las rayas además de delimitar, limitan

Mis manos empezaron a sudar. Repentinamente, el distintivo DING que notifica la recepción de un mensaje de texto, me salvó de continuar con la entrevista. Ambas tomamos el celular con ese movimiento que se ha vuelto casi un reflejo. Pienso inmediatamente en la preferencia por ese otro aparato que acababa de abandonar. Ese que no me generaba la misma expectativa o ansiedad porque las notificaciones tenían un sonido completamente distinto. 

—Perdona, estoy esperando un mensaje...— pausamos unos segundos antes de continuar, pero cuando corroboré que no fui yo, rápidamente hablé: 

—¿Un mensaje de la editorial? — interrumpí con emoción poco contenida que me hizo sentir terrible y poco profesional. 

—Estoy esperando un mensaje de...— siguió Thomas, antes de que otro DING ocupara su atención para maniobrar el aparato.  

De nuevo, el reflejo. Volví a levantar mi celular para comprobar, nuevamente, la ausencia. Me detuve unos segundos y pensé que quizá, durante todo este tiempo, sí sentí una especie de superioridad al no sucumbir ante el mismo sonido que provoca a la mayoría de mis conocidos. Ahora, soy presa de ese sonido también. Mi pantalla me indicó que estaba por cumplir una hora con Thomas. Recordé la regla de oro: no pasar más de una hora en el espacio de la persona entrevistada pues de lo contrario, tendrás a alguien igual o más nerviosa que tú logrando únicamente que no funcione el material. Creo que esto aplicaba cuando se pretendía retratar a alguien, pero me gusta utilizarlo en lo que yo hago también. 

Thomas bajó los lentes que descansaban sobre su cabeza y los colocó en el borde de la nariz con un delicado gesto. Un pequeño mechón platinado cayó sobre el costado de su mejilla y pude ver a esa versión que siempre había visto e imaginado de mi ídolo de la escritura. Se parecía a esa persona en las fotografías de las solapas de uno de mis libros favoritos de cuentos. Era una edición especial que además de ser pasta dura y la colección completa de sus mejores obras, la fotografía de la autora era una de esas que seguramente fue premeditada, pero no posada haciéndola un retrato excepcional. 

Cerré de golpe mi libreta para intentar concluir. 

La autora regresó la mirada hacia arriba; noté en sus ojos un mínimo gesto de decepción que fue casi imperceptible. Intentó ocultar lo que provocó ese mensaje colocando los lentes en su posición inicial y estrellando la colilla casi consumida por completo en el cenicero. Lo hizo con lo que me pareció ser furia; un ademán fulminante.

Acomodó ese mechón en su lugar devolviendo la apariencia del corte por el que optan muchas mujeres a partir de cierta edad: ese corto muy corto. ¿A qué se debe esa decisión? Mi etapa pixie fue buena, pero en definitiva experimental. No estoy segura de si es algo que me sentará a mí cuando llegue el momento. 

DING, DING. Alcancé a ver las burbujas en mi pantalla. Mi corazón se aceleró. Era la tan esperada notificación. 

—Mary... — empecé —me parece que ya he robado mucho tiempo y el mundo exterior nos está alcanzando— dije. 

Thomas permanecía inerte. Su mirada parecía perdida cuando regresó a mirarme y comenzó:

—Hay que empezar y terminar lo antes posible— continuó mientras reía de manera irónica — para que ninguna de las partes muera de aburrimiento. 

Abrí delicadamente la libreta, pasé la hoja porque sabía que ahí estaba. Por fin llegaría la Mary P. Thomas de la que tanto me habían advertido. La que estaba esperando. 

—Hablo de los cuentos, querida. No de esta entrevista.— dijo con un tono un poco burlón antes de prender otro cigarro y aventar su aparato al otro lado del cuarto. Sólo así supe que las notificaciones entrantes le pertenecían. 

La autora que acusaban de divagar en entrevistas o conferencias al no responder las preguntas protocolarias. A mí, siempre me parecía estaba intentando advertir algo o decirnos alguna verdad, si es que eso existe. 

—A los cuentos hay que acabarlos de y en un golpe. No puedes interrumpirlos sin razón. Se leen de principio a fin o mejor no lo lees un cuento.—

El sonido de mi celular pasó a segundo plano y me despreocupé de que las notificaciones se apilaban y parecían tener información relevante. Dejé que mi mano hiciera lo que tenía que hacer sin perder de vista a Thomas. 

—Provienen de un solo impulso que, aunque se corrija o edite sabes no evolucionará como lo haría una novela. El personaje, que es una idea con sus propias ideas, nace y pretende morir ahí.— 

Golpeó delicadamente el cigarro con el dedo índice sobre el cenicero. 

—Aunque te digan que lo que escribiste da para más; que existe la posibilidad de cosas por desarrollar, de pensar más, siempre debes recordar que el cuento, además de una cárcel también es un verdugo porque al final de un cuento, no queda nada. — 

lunes, 22 de mayo de 2023

El roce de tu piel contra mi piel.

Te escribo para que cada letra,
cada espacio entre sonidos 
recuerden lo que provoca. 

El roce de tu piel contra mi piel. 
El desenfreno. 
Tus labios contra los míos. 

Te escribo para que cada sonido, 
cada recuerdo 
sea un suspiro. 
 
El roce de tu piel contra mi piel. 
La calma.
Mis labios contra los tuyos. 

Te escribo para que cada símbolo sea un sonido,
una letra que 
lo explica, y no. 

El roce de tu piel contra mi piel. 


jueves, 30 de marzo de 2023

Sin medio

Oscilo entre la imagen y el silencio.

Apenas me despedí de las cartas y parecería que partí de las palabras.
Olvidarlas, no puedo porque ellas me escogieron a mí. 

Rídicula, la idea de permanencia.
o más bien, la ridícula idea de la permanencia.

Aquellos apellidos rimbombantes me hicieron dependiente a ellas.
Rosario y su correspondencia acabaron por condenarme.

Risible que entre más desuso, más crece la necesidad de regresar a ellas. 
Con intención de perfección y una suerte de ritual:

Aparentando mucho cuidado y un manejo adecuado.
Sí, de esas perras negras que siempre remiten al 93.

Con qué
           forma
escribo ahora.

¿Era pregunta?

martes, 24 de enero de 2023

Je parles pas

No es sorpresa que estoy aquí de nuevo, 

Not really, right?  Yes, the drama.

Recayendo en la palabra escrita. 

It isn't as quite opposite of what you do. 

Tú tienes la mirada. 

That's what taking a picture is. 

Haces de un instante algo permanente. 

The german word is Augenblick. 

En español, un parpadeo.

Trying to make a brief moment durable.

martes, 11 de octubre de 2022

Eso que no te puedo decir

Eso que no sé cómo decirte mejor te lo escribo.

Lo vi venir. Y ahora, lo estoy haciendo.

Escribiendo(te). Nada más y nada menos que una carta. 

Desde que descubrí el poder de las cartas, me han parecido la única manera de depositar intención y posibilidad en un sólo espacio. Espacio, que funciona para decir aquello que no sale de mi boca por mero terror a escucharlo. Eso que se queda suspendido entre la lengua y la pronunciación. La articulación, que carece de sentido hasta aterrizar en papel.

Leer(lo) es otra historia pues, las palabras están ahí atrapadas. No hay interpretación o interrupción. Las perras negras, cargadas de sentido, no tienen hacia dónde ir. Por eso, la carta es neutralidad. Un espacio que abre a la posibilidad, pero que busca ser firme. 

Se traduce en dejar ahí lo que se siente. Depositarlo para no guardarlo y mucho menos pensarlo; porque si se piensa, ya no se siente. Se convierten en ideas, juicios, culpas y penas. Dudas. Mejor hacer algo que provoque aún más ¿No es cierto?

Así llegué aquí. A poner en papel lo que quiero decirte. A contarte que esas palabras de uso común que dicen expresar sentimientos, las detesto. Odio recibirlas, repetirlas, y rendirme ante ellas. Me parece que se han convertido en una simple moneda de cambio. Un triste y extraño existir que acumula sentires por deporte y que en ocasiones, ni siquiera comunican con certeza lo que en realidad se siente. Sin embargo, son ellas quienes han hecho de mí esta persona que huye. Al escucharlas, o no. Por sentirlas o no hacerlo; si es correspondido o no. Simplemente por temor a todo lo que viene antes, durante y después. 

Así soy. Un vaivén de emociones. Un cuerpo que a flor de piel tiene y siente todas las cosas en las que transita porque me aseguran y me rompen. Me destruyen tanto como me erigen. Me hacen escribir. Crear. Por eso las quiero así, tan intensas y tanto cuanto se pueda. 

Por eso siento miedo. Duda. Ese miedo provocador que tiene ese je ne sais quoi que te permite existir en la tangente. En la línea de lo que puede o no ser correcto. De lo que todavía puede no ser porque actúan como un perro guardián. 

Pero ahí, en la cautela, la lentitud, la calma, y la observación es donde sé que no puedo desbordarme en palabras comunes pues, exactamente en esa pequeña pausa - esa después de un orgasmo - es donde está la certeza para la que no alcanzan palabras enunciadas o escritas.

lunes, 5 de septiembre de 2022

Dos en uno

Des 
   nu 
dar   
    se 

Y si no quiero seguir reglas de separación de sílabas, se lee:
darse. 

Así. 

Del verbo dar,

del entregar todo,

del aquí, 

del ahora,

del te estoy enseñando que no sé escribir poesía:

Se
    dar 
nu
     des 

Como en inglés, se dar nudes y texto que aparenta forma o

creación desde la desesperación.
                 

I’ve loved another day.

Once, I fell for a poet. The second time around,  he taught me to write things down, no matter how they sound.   I learned to say things lik...